sábado, 20 de agosto de 2016

Colaboración en Wikimedia Commons


ODIO AL SUBJUNTIVO



Como profesora de español he aprendido mucho, seguramente que mucho más de lo que he enseñado, sin duda alguna.

El español resulta complicado, lo sé, me han ido convenciendo alumnos de todo el mundo, de acuerdo. Pero lo son todas las lenguas, es mi respuesta cuando la confianza en el aula agarra hasta la seriedad de las personas asiáticas de clase, y sonriendo me dicen que el español es imposible. Todo esto me parece una exageración, que me digan los orientales que el español es imposible..., precisamente ellos...

El terror se adueña del aula cuando aparece la palabra mágica: s u b j u n t i v o. Las caras cambian (ya llegó), el silencio hace que mi voz tome un eco inusitado, y yo me quiero morir... (ellos también). Y ya empiezo en mi papel histriónico que si venga, que es muy interesante, que es genial tener un modo verbal diferente para expresar dudas, miedos, deseos, consejos, opiniones... que no informan sino de un punto de vista del hablante bla bla bla...

 La consecuencia inmediata: s u b j u t i v i t i s. Ya todo es opinión, nada informa ¡muera el indicativo! Es la reacción de los hablantes de otras lenguas, es su eterna duda, ¿será información o será opinión?, ¿será en indicativo o será en subjuntivo?

Aquel año, los alumnos (alemanes, africanos, australianos, franceses, chinos, coreanos e ingleses) llegaron un poco más lejos. Su gran incógnita era: ¿y todo esto piensan los españoles antes de elegir si han de expresarse en indicativo o en subjuntivo? Me reí tanto que como "venganza" a los quince días vinieron con este uniforme, una camiseta personalizada en honor a todas las víctimas del subjuntivo que, según ellos, eran incalculables. Una gran reacción en español al español.

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